Ittun by Toti Martínez de Lezea

autor:Toti Martínez de Lezea [Martínez de Lezea, Toti]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-11-01T04:00:00+00:00

XVIII

FORTALEZA DE AUZA

La noticia del enfrentamiento entre los gauta no tardó en llegar a Auza, lo que supuso un alivio para los Guardianes más ancianos. Si los invasores peleaban entre ellos, no tendrían tiempo ni interés en luchar contra las tribus. La reunión con los ugazaba y representantes de los clanes había sido de todo menos pacífica; algunos no llegaron a las manos gracias a la imponente presencia de sus anfitriones, en absoluto dispuestos a permitir reyertas dentro de su fortaleza. Las dispares opiniones en cuanto a la conveniencia de unirse contra una supuesta invasión frustraron el acuerdo al no estar la mayoría convencida de que algo así llegara a tener lugar. Desde hacía veinte veces veinte inviernos o, lo que era lo mismo, casi cien generaciones, los habitantes de Enda habían visto pasar a invasores de uno u otro pelaje, y nunca había ocurrido nada. Cierto que los territorios del Norte, Sur y parte del Este, habían sido ocupados, pero no las montañas, tierras de pastores y leñadores. Allí no había grandes extensiones donde cultivar, ni minas de metales preciosos; no había qué robar, así que no se entretenían y proseguían su viaje adonde fuera. ¿Por qué iba ahora a ser diferente? Los araki rebatieron los indicios de peligro expuestos por Xemeno hijo de Garr, apoyado por los bahr y los arano; a los athaga el asunto les sonaba a leyenda, y Amabilia, la jefa menosko, empuñó la falcata, dispuesta a lanzarse sobre el ugazaba iruso de Aixo quien se atrevió a comentar que las mujeres, media docena, estaban de más allí. El resto de los presentes no se anduvieron a la zaga en cuanto a discusiones, hasta tal punto que ya se había dado por finalizada la asamblea ante la falta de argumentos sólidos cuando apareció un mensajero de Ilunia que pedía hablar urgentemente con Irkus de Ux. Estaba agotado y apenas podía mantenerse en pie, pero los guardias no le dejaron pasar, aunque dieron aviso, y el bahr corrió al portón.

—Me mandan para decirte que se están preparando —dijo entre jadeos—. El obispo y el conde de Holeti se han aliado e iniciarán la marcha hacia el mar.

—¿Cuándo?

—Después de la próxima luna llena, a comienzos de lo que ellos llaman el Mes del Heno.

Irkus lo sostuvo para evitar que cayera al suelo. El mensajero era un muchacho, hijo de uno de los del grupo de Ilunia; lo cogió en brazos y lo llevó directamente a la sala de reuniones.

—¿No queríais una prueba? ¡Aquí la tenéis! —gritó dirigiéndose a los reticentes—. ¡Los gauta nos atacarán después de la Noche de las Hogueras!

Al día siguiente, los representantes de las tribus abandonaban la fortaleza y regresaban a sus poblados. Por fin habían llegado a un acuerdo, si bien las dudas de algunos no habían desaparecido. Una cosa era lo que se decía y otra, muy diferente, lo que sería en realidad. Pero todos tenían muy claro la necesidad de prepararse para no ser pillados por sorpresa si, al final, los ecos de guerra resultaban ser ciertos.

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